El trabajo obscuro y monocromático de Anabela Bravo es, a la vez, brillante. No lo he visto fuera del monitor pero apostaría a que en su manifestación física el negro y la gama de grises que componen estos paisajes tienen un resplandor especial que me parece un sincero homenaje a los principios de la fotografía y una valoración de los procesos físico-químicos que la hicieron posible. Sus paisajes, como diapositivas de Roschach, tienen más que decir de nosotros que del lugar que retratan.
One Comment
no mames estan bien chidas…